Guarecerme en la
niebla.
Blanco fulgurante
en ojos ciegos.
¡Pintar; qué el
color vuelva!
Trepar la agreste
hiedra,
dejar el luto amargo
a los vientos.
¡Qué esta vez no me
pierda!
Luciérnagas, irisando
cielos;
causando incendios
a los infiernos
que el invierno no
siembra.
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