sábado, 9 de noviembre de 2013

Octavas irreales

Tanta emoción concentrada en un cuerpo.
Mi carne vive en paisajes quebrados,
conserva la infancia; me acuna el tiempo.
Resto en silencio deshaciendo espantos.
Me estremece el ruido, al andar tan lento;
rezuma el barro atándome las manos.
Tanto amor concentrado en mis entrañas.
Al salir, no recuerdo las entradas.

Mantenerse siempre libre y salvaje.
Alma inerte llevada por los ríos,
mares eternos izando el paisaje.
Me amparan las nubes y los caminos,
sentirme viva en la suerte de amarse;
alzar los sueños, volverse infinitos.
Canto de noche aullándole a la luna;
luz incesante, me guía y me acuna.

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